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La madera carbonizada conquista la arquitectura y se cuela en el interiorismo

Reportaje
7 de Febrero de 2024

Quemar ciprés para prolongar su vida. Puede parecer contradictorio y sin embargo es la esencia de este método japonés con más de 300 años de antigüedad, Yakisugi. El mundo de la madera y negocios expertos, como nuestros amigos de Comercial Pazos, sienten un gran interés hacia ella. Sus brillantes atributos no han pasado inadvertidos ni para la construcción ni para la arquitectura actuales, convirtiéndose en un recurso muy valorado que va ganando terreno en proyectos de todo el mundo. ¿Deseando saber más? ¡Seguid leyendo!

Imagen: shousugiban.co.nz

Una técnica centenaria capaz de garantizar 50 años de vida

El templo budista japonés Horyuji, considerado el más antiguo del mundo porque su estructura de madera data del año 607 DC, fue levantado con ciprés carbonizado sometido a esta técnica de nombre Yakisugi (yaki es quemado y sugi ciprés). Aunque las primeras casas japonesas construidas con ella se encuentran en la isla de Naoshima; sus pueblos pesqueros encontraron con este método la manera de proteger la madera de sus viviendas de las inclemencias meteorológicas y los efectos corrosivos del mar, sobre todo del salitre y la humedad.

Imagen: woodna.es

Yakisugi es un método tradicional que preserva al ciprés a través de un proceso de quemado y carbonizado de su superficie (tan solo 3 o 4 mm de espesor) en una de sus caras, otorgándola una longevidad única. Si sentís curiosidad por saber en qué consistía y sigue consistiendo el procedimiento, cien por cien manual, se basa en construir una especie de chimenea rudimentaria de forma triangular mediante tres tableros de ciprés de fino espesor unidos entre sí.

Una vez creada, se las prende fuego por dentro, generando algo parecido a una hoguera, con el fin de quemar la capa exterior de la madera. Después, transcurrido un tiempo breve, esta chimenea es desmontada y las tablas son rociadas de agua hasta apagar el fuego y que se enfríen. Hay quienes afirman que todavía pueden encontrarse lugares donde los artesanos locales continúan realizando este Yakisugi tan ancestral. A imagen y semejanza de sus antepasados.

Sin embargo, esta técnica ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos industrializándose mediante métodos más rápidos y perfeccionados por medio de hornos o sopletes. Sin duda industrializarla ha facilitado su difusión por todo el mundo, traspasando sus fronteras niponas. Kyoei Lumber fue la empresa pionera en implantar métodos industriales en el país en el año 1974.

Una lista de cualidades envidiables

¿Por qué para el mundo de la arquitectura y la construcción actuales la madera carbonizada es un valioso recurso capaz de revolucionar gran parte de sus proyectos? Ninguna otra ofrece una lista de cualidades favorables tan larga y envidiable y mucho menos una longevidad natural que alcance los 50 años. Sí, sí, hemos dicho bien.

Imagen: Chris Dyson Architects/ chrisdyson.co.uk

Algunos productores japoneses afirman que garantiza una extraordinaria durabilidad en climas y contextos variados, entre 80 y 90 años si es tratada adecuadamente. Sus cuidados imprescindibles consisten en una correcta ventilación, drenaje, evitar que tengan contacto directo con el terreno y la aplicación de aceites cada cinco años para retardar su erosión.

Comparándola con la vida útil de revestimientos tradicionales fabricados en madera, gana puntos por goleada, pues ellos suelen durar entre 20 y 50 años. Más allá de su fabulosa longevidad, son muchas las cualidades beneficiosas que experimenta esta madera cuando vive dicho proceso de carbonización.

  • Resistente a insectos, intemperie y decoloración. Durante la carbonización, la celulosa de su capa externa se quema y debido a ello pasa a convertirse en un revestimiento resistente a los insectos y hongos. El ataque de estos organismos se minimiza porque buscan otras víctimas con esta sustancia, un manjar para ellos. Lo mismo sucede con su deterioro.
  • Menos absorbente al agua. El proceso de carbonización provoca que los poros de esta madera se cierren y eso favorece que la superficie no absorba bien el agua.
  • Más ignífuga. Aunque parezca un contrasentido, al ser quemada, su capa exterior más blanda desaparece por una nueva de carbono más estable y duradera.

 

¿Por qué es una madera tan solicitada?

El éxito de esta técnica nacida en el siglo XVI hay que buscarlo en escoger un tipo de madera con unas propiedades naturales concretas, las que ofrece el ciprés japonés. Esta variedad posee una durabilidad ya de por sí elevada, además de ser rica en taninos, muy liviana y porosa y quemarse de forma uniforme. De manera que extrapolar este método a otro tipo de variedades menos durables no es sinónimo de que se puedan llegar a comportar del mismo modo, pues sus características naturales no son las mismas.

Imagen: woodarch.cl

No es de extrañar que en Occidente y otros rincones del planeta el sector de la arquitectura se haya rendido a sus pies y al hecho de descubrir innovadoras soluciones constructivas, como las fachadas imponentes de madera carbonizada. En Australia y Europa han surgido productores que adoptan el método pero con maderas sustitutas que no reaccionar de idéntica forma.

Y en Chile ha sido importada para dar respuesta a la incesante demanda de los profesionales de la arquitectura, la construcción y expertos en madera y en el manejo de herramientas manuales para carpintería. En concreto, empresas dedicadas a su universo, como WoodArch, la han incorporado a su oferta, directamente traída de Japón. Los proyectos contemporáneos encuentran en ella un material versátil, abierto a la creatividad, inalterable ante el paso del tiempo y capaz de revalorizar a la artesanía nipona.

El look estético, pura belleza orgánica

Moderna y auténtica, atemporal y a la vez conectada a la naturaleza. La madera Yakisugi se podría definir así, sin olvidarse de esa belleza orgánica incuestionable que es capaz de imprimir a cualquier proyecto residencial, vivienda unifamiliar o edificio de otros usos. Las superficies de este material lucen texturas que recuerdan a la piel de los reptiles y su intensidad cromática de negros y marrones es difícil de igualar.

Imagen: shousugiban.co.nz

A la hora de ser utilizada, sus aplicaciones abarcan numerosas opciones; como revestimiento exterior para fachadas o zonas al aire libre con pátinas muy naturales, en calidad de revestimiento de techos de interior y exterior, como pavimentos para proyectos de interiorismo y decoración, etc. Otro de los maravillosos misterios de esta madera es que se presenta en tres acabados. La versión con el look más moderno es inconfundible por su negro tan intenso y no ha sido carbonizada, tan solo ha sido raspada y después tratada con un sellador negro.

Imagen: woodarch.cl

La opción más tradicional es la carbonizada, posteriormente acabada con un sellador, al agua o al aceite. Y finalmente está la madera que ha recibido un doble raspado, obteniendo un color tostado muy característico. Al parecer es fácil reconocerla en las casas de Kyoto más antiguas en su arquitectura. Como no podía ser de otra manera, la madera Yakisugi procedente del país nipón se obtiene en bosques certificados con su propia certificación.

SGEC (Sustainable Green Ecosystem Council) nació en Japón en coordinación con las dos europeas, FSC y PEFC, como un mecanismo de certificación y para involucrar aún más a las poblaciones que conviven con estas extensiones verdes. Sellos que corroboran el compromiso medioambiental de las empresas implicadas a lo largo de la cadena de suministro.

Imagen: shousugiban.co.nz

Apostar por las maderas certificadas es lo mejor que podemos hacer para salvaguardar el planeta y promover un consumo responsable, al margen de que seamos consumidores finales, fabricantes o distribuidores. En nuestro día a día existen infinidad de actividades y espacios donde poder reclamarlas; maderas cortadas especialmente idóneas para primeros trabajos de tallar madera  con herramientas específicas. O muebles de carpintería que nos hacen pensar en otra manera de vivir.